La
vejez es considerada como un estadio único de la vida y miramos a todas las
personas que llamamos <<ancianas>> con la misma mezcla de
sobrecogimiento y pena. Pero, como cualquier otro estadio de la vida, las
personas difieren y a veces de forma radical. Sin embargo, en pocos otros
momentos de la vida hay un estereotipo tan inadecuado como ocurre en la vejez.
“Los mayores de 65 años” se pueden dividir en tres estadios: el adulto mayor
joven (entre 65 y 75), los adultos mayores ancianos (entre 75 y 85años) y el
longevo (los de más de 85 años; Suzman y Riley, 1985).
Erikson
(1979, 1982) definió la vejez como un estadio de la vida en que uno intenta
equilibrar la búsqueda por la integridad del yo con cierto sentido de
desesperación. La resolución de este conflicto dará por resultado alcanzar la
sabiduría, las tareas de la vejez que implican una revisión de la propia vida,
intentar encontrarle sentido, atar todos los cabos sueltos e integrar sus
elementos. Vio la desesperación como un componente necesario de este proceso,
porque la revisión de una vida obligatoriamente saca a la luz muchas pruebas de
los propios errores.
Las
emociones negativas asociadas con este estadio que es la última de las crisis
de la vida de la teoría de Erikson, son el resultado de las limitaciones de la
energía física y psicológica de la persona.
Además
de estar decepcionado por los propios fracasos y los de los demás, uno debe
enfrentarse también con la soledad que resulta de la muerte de personas que son
cercanas. Incluso se puede aceptar la desesperación, en un equilibrio activo
con la integridad, es la definición de Erikson de sabiduría.
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